miércoles, 21 de diciembre de 2016
Una vida en regocijo
A lo largo de nuestras vidas encontramos personas que viven una vida de lamentaciones, nunca están satisfechas y que parecieran creer que el mundo conspira contra ellas y que simplemente vinieron a este mundo a sufrir. Constantemente se están quejando y nunca están bien. Es probable que todos hayamos pasado por un momento así en nuestras vidas. Pero, ¿que es lo que realmente proporciona felicidad? Para muchos la felicidad es el dinero, para algunos es tener una familia, para otros es el trabajo y así puede variar la respuesta de persona en persona. Muchos pasan la vida buscando alcanzar una meta y cuando por fin logran esa meta que pensaban les proporcionaría la felicidad, pierden algo o surge algún problema y vuelven nuevamente a la vida de lamentaciones, sin enfocarse o valorar todas las otras bendiciones que pueden estar recibiendo en ese momento. Entonces, ¿cual es el secreto de la felicidad?
El secreto de la felicidad es tener a Dios en nuestras vidas, caminar junto a El y confiar en El. Yo viví la experiencia de no poder tener hijos, mas nunca perdí la confianza de que Dios me ayudaría en esa situación. Yo viví la experiencia de tener solo setenta dólares en nuestra cuenta bancaria para pagar nuestras deudas y no tenía empleo, pero no perdí la felicidad porque nunca perdí la confianza de que Dios proveería. Yo viví la situacion de no tener casa, pero no perdí la felicidad porque estaba presente la confianza en Dios. Sin embargo hubo un momento en mi vida en el cual perdí mi felicidad, ese fue cuando mi condición de salud estuvo crítica y no estaba teniendo tolerancia a los medicamentos, y al clamar a Dios, El guardó silencio. En ese momento perdí la paz y la felicidad porque había comenzado a perder la confianza en Dios, había cometido el error de permitir que la desconfianza invadiera mi ser y con ella entró el miedo, y con el miedo la infelicidad. ¿Que había sucedido?, En ese momento había perdido mi enfoque, había permitido que Dios no fuera el centro, y como consecuencia la infelicidad invadió mi ser.
Pero dentro de mi yo anhelaba mi relación con Dios y nunca me aparte de la oración y entonces entendí que la epilepsia no era la causa de mi infelicidad sino que había perdido el norte que era Jesús y decidí enderezar mis pasos y recuperar mi relación con Dios y cuando lo logré volví a ser la mujer más feliz del universo y comencé a darme cuenta que Dios me había colmado de bendiciones y que yo no las estaba gozando porque me enfoqué en el problema y no en mis bendiciones. Comencé a cambiar la visión de mi vida y a enfocarme en las bendiciones que mi Dios me regaló, comenzando por la salvación que me ofrecía por medio de su hijo amado Jesús. Aquél que tiene a Dios nada le faltará, pero el que no tiene a Dios puede tenerlo todo y de nada le sirve. Si queremos ser felices el primer paso debe ser poner nuestra confianza en Dios.
Amén, Gracias por compartir tus testimonios. Nos ayuda a muchos en nuestra vida cristiana .
ResponderBorrarSiempre que mis vivencias ayuden a otros es un placer haberlas vivido porque habran cumplido el proposito de ayudar a otros y dar a conocer que no todo esta perdido cuando ponemos nuestra confianza en DIOS.
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